La religiosa estadounidense Dorothy Stang
La entrega de la vida de la religiosa estadounidense Dorothy Stang, misionera en la zona amazónica del Brasil, es un fuerte testimonio que se ha convertido para la Iglesia católica en un símbolo de la nueva pastoral que actúa promoviendo la sostenibilidad ecológica. En 2008, las Naciones Unidas otorgaron a título póstumo el Premio de Derechos Humanos a la hermana Dorothy (galardón que se concede solo cada cinco años).
El 12 de febrero de 2005, cuando la hermana se dirigía a una reunión para discutir una reciente oleada de casas incendiadas por los ganaderos, destinada a intimidar a los campesinos pobres para que abandonaran sus tierras, fue asesinada por orden de un hacendado.
En el camino, en medio de la selva, enfrentó a sus dos asesinos: “Ustedes están armados –les dijo–, pero yo no. La única defensa que llevo es la Palabra de Dios”, y comenzó a leer: “Benditos sean los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Dorothy, a los 74 años, murió rápidamente de seis balazos en el pecho y la cabeza.
Ella dedicó su vida consagrada a la evangelización en la parroquia de Anapú, en el Estado amazónico brasileño de Pará. Su trabajo pastoral tuvo como prioridades la defensa de la selva contra la deforestación y el cuidado de la población originaria de la región amazónica.
En cada aniversario de su muerte, las comunidades locales junto con las religiosas de la congregación de Nuestra Señora de Namur se acercan peregrinando al lugar de su asesinato. Allí celebran la entrega de la vida de Dorothy, realizan una representación de su asesinato, luego oran y reflexionan. Para culminar, alzan a un bebé hacia el cielo como un signo de la vida que se renueva, que fructifica y llena de esperanza al mundo.
Fuente: www.cristovive.org.ar
escrito por: P. Juan Bautista Duhau, MPD